Cementerios de Punilla: donde la historia no descansa

Fotos: Viviana Bandeo

“Para conocer la historia profunda de una región… además hay que visitar los cementerios” reza el legado de un historiador, que fundó sus relatos sorteando tumbas, leyendo dedicatorias, pero sobre todo rescatando fechas que fueron un hito para el desarrollo de sus investigaciones. En esas placas herrumbradas de dolor, han surgido desgarradores poemas y misteriosos relatos. En el interior de sus muros se resguarda el culto a la despedida y el refresco permanente de la memoria intacta; es una paradoja, pero en los cementerios los pueblos resguardan la parte más viva de su historia.
Serpenteando el asfalto que luego se transforma en tierra y más adelante en paisaje tan agreste como verde, se llega, tras recorrer unos 5 kilómetros de camino bien serrano, al cementerio abandonado que existe frente a la capilla San José.
Esa capilla como la del propio cementerio, son el resguardo viviente de la propia historia del Valle de Punilla, porque tanto en sus muros como en su tierra santa, se aloja el tesoro inmensurable que relata la vida de los protagonistas que marcaron el rumbo de estas tierras.

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Nacida como oratorio para las familias más nobles de la zona, la capilla de San José comenzó a recibir sus primeros rezos entre 1721 y 1745. El 30 de abril de 1877, el cura interino Ambrosio Raynoldi, hace un inventario de bienes y aclara, “campanario en grave peligro”.
La historia señala que el 29 de octubre de 1780, según consta en la foja II del Libro I de Bautismos de la Parroquia de Cosquín, el padre Petroneo Pupili, bautizó e impuso los óleos a un niño de un año y dos meses de edad, a quien sus padres llamaron Juan Bautista Bustos.
Bustos fue gobernador de la Provincia de Córdoba desde marzo de 1820 a junio de 1829. Protagonizó en las tierras que permanecen bajo las aguas del lago San Roque, la batalla frente al “Manco” José María Paz, que de una manera u otra terminó definiendo el destino político del país.
En el cementerio se pueden leer placas de los familiares del ex gobernador, los Bustos, y otras familias destacadas de la zona descansan sus extensas jornadas en ese lugar santo y abandonado.

En Villa Giardino

Tanto el camposanto como el oratorio en honor a Nuestra Señora de la Merced, son perfectamente mantenidas y promovidas turísticanmente como un ícono cultural y del nacimiento de la historia de Villa Giardino.
Existen placas tan insólitas como curiosas en el puñado de tumbas que se esparcen frente al oratorio: “Marcelino Capdevila, murió alcanzado por una centella”, u otra que señala “Aquí truje (traje) a mi madre con mucho dolor tras su muerte”.
En el cementerio se encuentran tumbas anteriores a 1830 y ha funcionado hasta aproximadamente el año 1940. En 1819 se tiene asentado en los libros registrales del cementerio que el propietario de la Estancia de La Cañada Tadeo Caldevilla pide en su testamento, ser sepultado en la Capilla.
Un dato curioso para la época es que allí descansan diferentes grupos étnicos, como zambos, mulatos, indios, esclavos o libertos y blancos. Allí están los restos de Cépides y Antón, los indios que tallaron el San José en madera de algarrobo que está en el altar de la capilla. También está la donante de la imagen, Lucrecia Villalba.
En el Archivo del Arzobispado de Córdoba quedó registrado un singular episodio respecto de este cementerio y el que correspondía a la Capilla de Las Chacras. El presbítero Ambrosio Raynoldi, el 18 de noviembre de 1878 informaba al Arzobispado que “…en la Pedanía de San Antonio hay dos Capillas denominadas de N. S. de la Merced, una en la Cañada y otra en Chacras, distantes no más de una legua entre ellas, cada una cuenta muy pocos vecinos y por la mayor parte solidariamente pobres. En vista del muy poco poblado y tan pobre, en consideración de la vecindad de las dos Capillas, y de la actual escasez de recursos, el suscripto, oído el parecer de los contribuyentes, y de la comisión nombrada, juzgó oportuno se haga un solo cementerio, colocado en el medio entre las dos Capillas… Asimismo suplico se me conceda … bendecir el nuevo cementerio ya construido en Dolores, como también el de las Capillas de la Cañada y Chacras, cuando sea concluido.”
El cementerio de la Cañada, aunque desactivado, permaneció hasta nuestros días, mientras que el de las Chacras desapareció, quedando de la capilla, solo ruinas.

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