Josefina Aragón, la imagen de la Unesco

La ceremonia estaba por comenzar en la histórica Posta del Hornillo, en la Ruta Nacional Nº 9, entre los pueblos de Purmamarca y Tilcara. La Quebrada de Humahuaca relucía con el esplendor de sus siete colores. Debajo del árbol testigo de los tiempos, la anciana kolla Josefina Aragón hacía sonar su caja y las coplas envolvían la casa colonial construida en 1772 por Gregorio Álvarez Prado.

Naturaleza, historia y tradición se mezclaban en esa chicha metafórica que es, en definitiva, ofrendar los frutos a la Tierra Madre. El corazón de la anciana cantaba sus versos y la Pachamama se llenaba con el halago.

La Posta ubicada en la profunda Quebrada fue un relevo obligado de la caballada, en la ruta que unía el Alto Perú con el Virreinato del Río de la Plata, y luego fue usada desde 1810, como destacamento militar y cuartel general de Vanguardia de nuestro Ejército emancipador, de aquel que nos dio nuestra Independencia y fue también escenario de varios combates.

Allí quedó enclavada la referencia que esta porción geográfica fue declarada en julio del 2003 Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación Ciencia y la Cultura (Unesco).

Manos amigas

La imagen de Josefina Aragón recorrió el mundo contando las costumbres de su pueblo y el canto arraigado a la Pachamama que está más cerca del cielo. “De los cerros bajan mis hermanos en el mes de julio para la fiesta Masi Maky, el gran sueño de los maimareños, donde maduran los folcloristas locales y la gente vende sus comidas, sus verduras y sus producciones”, dijo como homenaje a sus comadres de Maimará.

Masi Maky, significa ‘Manos Amigas’ y es un encuentro con artesanos y productores que se realiza anualmente -una síntesis cultural andina-, que se celebra anualmente en Maimará, departamento de Tilcara, en Jujuy, cuyo entorno es la imponente Quebrada de Humahuaca.

La vida de los kollas es un acontecimiento festivo en toda su dimensión. Se vive de fiesta porque se agradece y por eso llama la atención en el mundo.

El comisionado de Maimará, Juan Mamaní, define a Masi Maky “como una comercializadora que apunta a dignificar el trabajo de los productores, yendo de sus manos directamente al consumidor con otro concepto de la venta y el consumo”.

El diálogo se iba colectivizando mientras se preparaban las ofrendas para la gran ceremonia que se iba a vivir.

Josefina Aragón dejó su caja al lado para describir figuras en el cerro: el duende con sombrero o la lechuza con orejas. Y recordó que “cuando se declaró Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad una de sus amigas que vendía papas en la Masi Maky fue visitada en su puesto por un grupo de estudiantes norteamericanos de Economía, que le preguntaron: -¿A cuánto está el kilogramo de papas? Mi comadre le respondió a 10 pesos y los muchachos le hicieron una propuesta. -¿Si le compramos toda la producción a cuánto nos deja el kilo? -No le vendo todas las papas- respondió mi comadre. ¿Y Por qué?, preguntaron los estudiantes que estaban acompañados por las autoridades. -Porque no; respondió mi comadre. -Entonces, le damos el doble de lo que vale-

No, no le vendo; les volvió a responder de nuevo mi maimareña. Asombrados los jóvenes norteamericanos querían saber por qué mi comadre no le vendía toda la producción. Pero ella no quería decirle hasta que se cansó del fastidio de los estudiantes, y le contestó: -Porque si les vendo todas las papas a ustedes no tendré para la gente que aún no llegó y come papas. Y ustedes no podrán comer todas las papas en un día. Entonces, ¿para qué quieren todas las papas?”.

Con ojos pícaros, armoniosamente volvió a tomar su caja y empezó a coplear; y de pronto, como si hubiera recordado algo más, habló del trabajo mancomunado.

“Si unos acaparan todo, otros quedamos siempre atrás. Nosotros colaboramos en Masi Maky con nuestro saber, como era antes. Hay que participar para que los que trabajamos sepamos cómo se manejan las cosas. Es importante cumplir y decir la verdad, así se genera confianza, y así se produce llena de amor y llega a manos de quien lo necesita’.

‘A veces mis nietos me piden dinero, y uno sabe que si trabajás hay dinero, eso es una buena enseñanza. No hay que dar dinero de arriba sino pagar el trabajo, y así es que la gente te quiere. Los chicos vienen a mi casa para escuchar lo que una sabe, lo que ha vivido, y no hay que mezquinar las enseñanzas. Eso es trabajo honesto. Nosotras preservamos nuestra cultura, nuestra manera de ver, de pensar y de sentir.

El simbolismo de una cultura ancestral

-¿Qué significa para usted la ofrenda a la Pachamama?

Es algo muy sagrado. El pocito que cavamos y donde depositamos las ofrendas significa el centro de la vida. Porque si yo salgo de ese círculo, no sé dónde estoy. Tengo que estar en el centro de la Pachamama para conservar toda nuestra tradición, nuestro respeto, nuestra educación, y también enseñar e invitar a los jóvenes a que vean donde viven y vivan como lo que ven.

-¿Por qué siempre se ofrenda en el mes de agosto?

-Porque la tierra está en movimiento. Es el tiempo de desenfundar la caja, de afinar la voz, de agitar el viento para que aparezcan las coplas nuevas que preparan un nuevo florecimiento. La Pachamama tiene su tiempo y dialoga siempre con nosotros en cualquier lado como los manantiales, las vertientes, o las apachetas (montículos de piedra). Es nuestra madre cotidiana con la cual se dialoga permanentemente, ya sea pidiendo el sustento o disculpas por alguna falta cometida en contra de ella y por lo que nos provee.

Nosotros como hijos e hijas de ella estamos obligados a ofrendarle de buen corazón parte de lo que recibimos en todos nuestros acontecimientos festivos configurándose así una suerte de reciprocidad.

Siempre hay que recordar que la Pachamama tiene hambre frecuente y si no se la nutre con las ofrendas o si se la ofende provoca enfermedades.

Representante de la cultura kolla

-¿Por qué representó su cultura cuando la Unesco declaró a la Quebrada de Humahuaca,
Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad?

Porque yo respeto mi tradición que es respetar las culturas. Las coplas son de las kollas nacen del corazón. Hay que difundirlas y mantenerlas.
Nosotros cada año, antes de carnaval, les damos a los visitantes dos estrofitas, las aprenden y al otro día vienen cantando. Así enseñamos que canten las coplas.

-¿Por qué aman y cantan tanto la copla?

Porque las coplas son para agradecer según los tiempos, para contar, para hacer picarescas,
para hacer contrapuntos entre varones y mujeres, y algunas son coplas picantes.

-¿Las coplas tienen sus tiempos?
-El tiempo es para respetar, o hacemos las cosas sin pensar. En estos días, la juventud no quiere aprender. Entonces estamos perdiendo los valores. Cuando le dicen copleras a las jóvenes se avergüenzan. A mí me dicen vieja coplera y estoy orgullosa, no puedo enojarme, soy coplera.

-¿Acaso cantan sueños también?
-Los sueños se hacen realidad. Cuando uno sueña, lo que se sueña a veces se realiza, más si se los canta. Quiero hacer un museo de las tradiciones en mi casa. También la cultura hay que respetarla en el tiempo.

“Coplera, chichera y sanadora espiritual”

-¿Cómo se definiría usted, doña Josefina?

-Yo soy coplera, chichera, sanadora espiritual kolla y anciana de mi pueblo. Tengo 81 años. Soy jubilada. He trabajado 42 años como portera en la escuela de Maimará.

-¿Y ahora qué hace?

-Canto para mi gente, y para quien me lo pide, a la Pachamama, (tierra madre) para que nos dé sus frutos al Mallku, (espíritu y fuerza de las montañas) y al Amaru, (la serpiente alada que administra el agua y nos comunica con el cielo). Ellos sanan las heridas profundas de mi pueblo o de quien sufre. También busco las hierbas medicinales para que se junten con belleza la madre tierra y la sociedad. Las hierbas ayudan a espantar los males que distancian a los hombres y alejan a las mujeres de sus caminos, y de ahí surgen las enfermedades muchas veces. El Mallku, por ejemplo, es una presencia poderosa en las alturas. Con el canto aparece como un cóndor majestuoso y respetado, y mejora la salud, el bienestar, el estado y el sentir te mejora el ánimo con ver solo el vuelo con, o como una copla. Y el Amaru, con el canto, nos comunica y a su vez comunica el cielo y la tierra. Primero va hacia la Pacha, luego como serpiente, o como agua, según la copla, pasa por el mundo circundante, actual, y luego entra al mundo interno nuestro y de ahí se va para el cielo. Le cuento lo que pasó en el pueblito de Bárcena, aquí cerquita nomás. La gente se iba del paraje porque morían como moscas en la ruta. Se tenían que mover para trabajar, estudiar y había muchos accidentes en la cuesta por la neblina y se morían niños que iban a la escuela, jóvenes que iban a trabajar, mujeres y hombres. Entonces las familias se iban del pueblo hasta que llegó un maestro y me pidió coplas para la Pacha, para el Mallku y el Amaru, y las coplas empezaron a salir recién en agosto; entonces el maestro vio un cóndor que parece haberlo transportado a otra época y descubrió que allí, muchos años antes, la gente vivía de la producción del yacón que es un tubérculo andino con innumerables propiedades y fomentó su cultivo, y hoy Bárcena es un lindo pueblito con gente que vive del yacón.

-¿Qué es el yacón?
¿No lo probó? Es un manjar. Un alimento curativo.

El carnaval no es cualquier tiempo

El carnaval dura ocho días con el sol y termina el ‘Domingo de Tentación’, con el ‘entierro’ del diablo, en un hoyo que representa la boca de la Pachamama, junto a cigarrillos, coca, serpentinas y chicha.

“A la caja se la desenfunda en agosto y se la guarda después de carnaval. Yo no estoy de acuerdo con quienes carnavalean en cualquier mes del año, en cualquier lugar, y se disfrazan de diablo profanando nuestras creencias.

El carnaval se festeja cuarenta días antes de la Semana Santa, en febrero, y se desentierra al diablo. O como quiera llamarlo, Coludo o Pujllay, que simboliza la celebración, de una apachetan de piedras, representado por un muñeco de trapo que fue enterrado en el final del último carnaval. Imagínese si cada grupo folclórico jujeño que anda por ahí tienen que desenterrar el diablo cada vez que festejan el carnaval en distintos meses en diversos lugares.

¿Cómo hacen? A mí me preocupa mucho porque eso no hace bien. Es pura borrachera sin sentido. Nosotros bailamos en carnaval los días que tenemos que bailar nuestra música con instrumentos como los erkenchos, las anatas, los charangos y los bombos.

Y nos vestimos con trajes coloridos utilizando cascabeles y máscaras, y nos disfrazamos para divertirnos pero también para celebrar el reencuentro y contarnos nuestras historias personales y de nuestros pueblos. Entonces, yo me pregunto, ¿cómo hacen esos grupos folclóricos para contarse lo sucedido?

-¿A quiénes se refiere?

-A los que andan por Córdoba, por Buenos Aires, vendiendo nuestra cultura. Hoy son unos mañana otros. Pero lo importante es saber que los jueves anteriores al carnaval las comadres se reúnen para celebrar el reencuentro, y al jueves siguiente los compadres con copleadas relatando lo que les ocurrió a lo largo del año y después vienen las comparsas.

El carnaval dura ocho días con el sol y termina el ‘Domingo de Tentación’, con el ‘entierro’ del diablo, en un hoyo que representa la boca de la Pachamama, y eso se repite, se entierra junto a cigarrillos, coca, serpentinas y chicha, y después se comen empanadas, corderos, queso de cabra y se bebe chicha y entre lamentos se reza para que haya nuevamente diversión al otro año.

-¿Qué le preocupa hoy doña Josefina?

-Como se han transformado las cosas. Ahora si no hay borrachera no hay fiesta. Antes todo era fiesta sana, con chicha, con refresco, con mate cocido. Era tierra sana y baile sano. No había drogas. Pero hoy, hay drogas por todos lados. ¿Cómo vamos a hacer para sanar? ¿Cómo salimos de esto?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Tal vez también te guste