¿Pueden venir días sin hielo en la Patagonia?

Por Pedro Jorge Solans
Para www.fuentesinformadas.com

Sobre el Glaciar Perito Moreno y el destino Calafate

Recuerdo a Santiago, quien me presentó la Patagonia que se esconde debajo de su extraordinaria belleza.

Él me orientó hacia lo que también es la vida patagónica, la que no se refleja en las postales, cuando me contó que, en la época de las instalaciones de los obradores para sistematizar las reservas y los parques nacionales, a principios del siglo veinte, una mujer mapuche, la Peyeche de alrededor de 50 años de edad nunca había visto un hombre blanco. Ella era la voz de su comunidad, una de las tantas confinadas en un cerro de la cordillera de Los Andes, bien adentro de lo que sería años más tarde el reconocido parque Perito Moreno.

Peyeche, cada dos o tres semanas bajaba hasta las cabañas de la administración del parque para ver a quien llevaba las finanzas y atendía los reclamos de los antiguos pobladores. Caminaba pausado, casi sin hacer ruido, y esperaba paciente.

—¿Buenas doña Peyeche, a quién busca usted? —Le preguntaban los trabajadores de la reserva, simulando fastidio. Sabían que buscaba al gringo, al administrador, pero querían verla enojada. Y ella, después de un rato, empezaba a hablar ofuscada, y respondía:

—Lo lindo. —Repetía una y otra vez esas palabras, “lo lindo” como si fuese un mantra. Y se iba maldiciendo a los hombres blancos.

Cuando volvía por tercera o cuarta vez, el gringo aparecía sonriente, con sus ojos azules brillando en la nieve patagónica y cuando doña Peyeche lo veía quedaba petrificada, con la mirada fija, sin decir nada.

La mayoría de las veces no tenía nada qué decir ni pedir. Solo quedaba mirándolo en silencio, convencida que había encontrado lo lindo.

El pueblo de Peyeche como otros, han vivido desde épocas inmemoriales en la Patagonia y sus descendientes aún viven allí, en sus tierras, manteniendo vivas sus tradiciones milenarias.

El registro de su presencia en la Patagonia se remonta a más de diez mil años, según sus huellas en la Cueva de las Manos que se encuentran a casi 600 kilómetros de El Calafate con pinturas rupestres de miles de años de antigüedad pintadas a lo largo de un paredón rocoso que forma el lado sur del cañón del río Pinturas.

Ese paredón de hielo

El glaciar Perito Moreno es una maravilla natural imponente, pero también un indicador crucial de los cambios en el clima y un desafío para la comunidad que vive de él. Es uno de los pocos en el mundo que aún se mantiene estable, pero aun así ha experimentado notables cambios, y considerando a las crónicas de viaje como resultado de una mirada que bucea las profundidades que se manifiestan en los detalles de la superficie, podemos estar de acuerdo que el desprendimiento de enormes bloques de hielo, conocido como “ruptura”, es un evento espectacular y un recordatorio visible desde la dinámica natural del glaciar. Sin embargo, este fenómeno se volvió más frecuente como consecuencia del impacto del cambio climático en la región.

La ciudad de El Calafate, situada en las cercanías del glaciar, posee una población cercana a los treinta mil habitantes que depende sustancialmente del turismo generado por el glacial. La localidad se encuentra ubicada sobre la margen sur del Lago Argentino, y es único punto de acceso al macizo de hielo declarado Patrimonio de la Humanidad en 1981. Esta ciudad comparte con el paraje El Chaltén el Parque Nacional los Glaciares creado en 1937 el cual resguarda los glaciares reconocidos internacionalmente y al mismo tiempo ofrece la mayor diversidad de actividades en la provincia argentina de Santa Cruz.

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