Fotos: Clara Gagliano
«Somos mucho más que Barcelona»; asegura Joan, mi guía en un viaje maravilloso por los paisajes más diversos de Cataluña. Lo dice medio en broma, medio en serio. Barcelona es la puerta de entrada a una tierra con un lenguaje propio, costumbres únicas y una de las economías regionales más fuertes de España.
La ciudad de Barcelona es una gigantesca Torre de Babel, donde se hablan todas las lenguas y confluyen viajeros de los cuatro continentes. La rambla con sus artistas y el monumento de Colón, sus puestos de diarios, recuerdos y flores, el mercado de la Boquería, la playa de Barceloneta que se baña en el mar Mediterráneo, Sagrada Familia y la herencia de Antonio Gaudí regada por el Paseo de Gracia, la belleza de Parc Güell, el centro comercial Maremagnum y la rambla del mar, el Barrio Gótico con sus bares, sus calles angostas, su cápsula del tiempo y su feria navideña, la imponente Plaza de Cataluña y el Portal del Ángel con sus tiendas y cafés, la Catedral del Mar con el legado de cientos de años de los pescadores y la vieja ciudad romana de Barcino debajo de la Plaza del Rey. Todo eso y más nos espera en una de las ciudades más visitadas del mundo, donde ya no cabe un alfiler.
Pero Joan tiene razón, a tan sólo algunos kilómetros de Barcelona, se encuentran las ciudades de Tarragona, Girona y Lérida. Tres enclaves imperdibles para adentrarnos en el estilo de vida catalán.
Y en verano, la costa de más de 500 kilómetros se extiende desde el Golfo de Rosas hasta Blanes y la Costa Brava, con sus calas, con poblaciones como Lloret del Mar. El encanto de las playas del Maresme como Sant Pol del Mar y la Costa Dorada, con El Vendrell, Salou y Cambrils que coronan la llegada a puntos de visita obligada como Playa de Aro o Cadaqués.
Hacia el interior, las masías (las estancias rurales más características) con su producción de secano, frutales y sus vinos. Tener la posibilidad de disfrutar de estos paisajes de campiña y alojarse en alguna de estas construcciones de cientos de años, es una experiencia recomendable para cualquier viajero y sirve para comprender mejor la idiosincrasia de una tierra que se muestra distinta a cualquier otro destino de España.
Si decimos que la ciudad más poblada es la más cosmopolita, pues entonces, debiéramos decir que Lérida (Lleida) es la más catalana. Se trata de la segunda ciudad más poblada de toda la comunidad y cuenta con excelentes paisajes, una gran gastronomía y un legado histórico riquísimo que se remonta a la edad romana.
Girona es una perla, su casco histórico (Barri Vell) alberga las antiguas murallas carolingias del Siglo IX y el bajo medievo, las Casas del Oñar sobre la ribera del río, el viejo barrio judío, la catedral con la nave más ancha del mundo en estilo gótico, los baños árabes, la Plaza de la Independencia y la la Rambla de la Libertad.
La última en nuestro recorrido es Tarragona. Se levanta sobre el asentamiento de Tarraco y cuenta con uno de los anfiteatros romanos mejores conservados de Europa y un complejo de construcciones que son un muestrario de la historia de la Península Ibérica.